Crónicas de Exploración | Guardaparques, héroes invisibles 
México comparte la meta global de alcanzar el 30% de protección del planeta para el 2030. Sin embargo, ignoramos lo más importante, a las personas que dedican su vida para cuidar el planeta.

Por Mónica Álvarez Malvido*
Exploradores de National Geographic Hub México
Cuando comento que trabajo con guardaparques o rangers, comúnmente escucho “pero no existen en México, ¿o sí?” y la respuesta es sí. Las personas que trabajan como guardaparques suelen hacerlo de forma casi invisible a pesar de la enorme labor que implica cuidar las áreas protegidas. Y es que, desafortunadamente, estos conceptos siguen siendo muy ajenos. En este texto espero poder brindar un poco de información que despierte interés en cuidar estos espacios y a sus guardianes.
¿Qué son las áreas protegidas y sus guardaparques?
Las “áreas protegidas” según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza son espacios geográficos definidos, reconocidos y gestionados para asegurar la conservación a largo plazo de la naturaleza y sus valores culturales asociados, así como los servicios que estos ecosistemas brinda. Debido a su rica biodiversidad, suelen ser medios de vida para muchas personas y economías locales. Sobre todo, para quienes vivimos en la ciudad, muchas veces imaginamos estos espacios como algo lejano a nuestra realidad y que tienen únicamente valor estético y olvidamos que son vitales para nuestra supervivencia como especie, ya que nos abastecen de servicios ambientales indispensables para vivir: alimentos, agua, aire, medicinas, recreación, bienestar, entre otros. El Parque Nacional Izta- Popo por ejemplo, contribuye a la provisión de agua para 13 millones de personas de 5 estados incluyendo la CDMX.
Te puede interesar > Bosques del futuro | Izta-Popo: bosques que sostienen el futuro del Valle de México
Las áreas protegidas, muchas veces lejos de ser inaccesibles, remotas e intocables, suelen ser habitadas y frecuentadas por una diversidad de actores: pueblos indígenas y/o comunidades locales (muchas veces dueños de la tierra), visitantes, entre otros. En México tenemos hoy 232 Áreas Naturales Protegidas de carácter federal (terrestres y marinas) y 602 Áreas Destinadas Voluntariamente a la Conservación (propiedad de ejidos, comunidades, organizaciones o privadas), que en conjunto representan casi 100 millones de hectáreas (sin contar todas aquellas de protección estatal y municipal). Estas áreas están protegidas por ley bajo diversas categorías de manejo: parques nacionales, reservas de biósfera, entre otras.
Sin embargo, el término “protegida” suele dar una falsa seguridad de que el área se encuentra en buena salud, y no es así, si las áreas no cuentan con las capacidades instaladas, guardaparques, presupuesto para operar y un verdadero manejo efectivo, son en realidad áreas de papel, es decir, vulnerables y desprotegidas.
¿Y quiénes son guardaparques? Existen personas que, bajo diversos títulos como guardaparques, guardabosques, eco guardas o vigilantes comunitarios, dedican su vida a la protección de estos sitios. Según la Federación Internacional de Guardaparques (FIG) son las personas responsables de salvaguardar la naturaleza y el patrimonio cultural e histórico, además de proteger los derechos y el bienestar de las presentes y futuras generaciones. En México, destacan también por su gran labor de mediación o enlace con las comunidades que habitan dentro o cerca de las áreas protegidas. Tristemente, en nuestro país la realidad es que son completamente invisibles ante la ley y ante la sociedad, dejándoles extremadamente vulnerables.
Retos que enfrentan quienes trabajan como guardaparques
No son suficientes.
Existen alrededor de 286,000 guardaparques en el mundo y sabemos que para alcanzar las metas globales se requiere al menos de 5 veces ese número. En México, la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp) cuenta con tan solo alrededor de 800 guardaparques para cubrir cerca del 24% de la superficie marina y el 12% de la superficie terrestre del territorio nacional. Ésto con tan solo 1000 millones de pesos de presupuesto para 2025. Utilizando un ejemplo más específico, la Reserva de la Biosfera Mariposa Monarca, que es también sitio Patrimonio Mundial de la Unesco, cuenta con tan solo 4 guardaparques de la Conanp para cubrir más de 56,000 hectáreas, lo que equivale a que un guardaparque debe patrullar 140 km2 (28 canchas de futbol) con menos de 20 pesos por hectárea al año.
Son invisibles.
La profesión no está reconocida ante la Organización Internacional del Trabajo (OIT) por lo que, en muchos países, como en México, tampoco se encuentra definida en ningún marco legal que respalde su importante rol de proteger la salud planetaria. Muchos accidentes fatales por incendios, ahogamientos entre otros, podrían evitarse si el personal contara con las competencias necesarias y claras, las condiciones de trabajo adecuadas incluyendo el equipamiento, acceso a un seguro adecuado a su profesión y atención médica inmediata.
Su trabajo es de alto riesgo.
Hoy sabemos que en el mundo más de 1530 guardaparques han muerto entre 2006 y 2021 en el mundo haciendo su trabajo. Las causas principales son homicidios, accidentes, encuentros con fauna silvestre y enfermedades ligadas a su ocupación. Los homicidios se mantienen como la primera causa de muerte a nivel global (alrededor del 40% del total), y en México, los datos son dispersos y escasos. Y es que, desafortunadamente, muchas de estas personas trabajan en áreas remotas, ricas en recursos naturales y poco vigiladas, lo que las convierte en sitios ideales para el crimen.
Hay que imaginarse ser guardaparque en México, salir a patrullar a un área protegida remota (como la Reserva de la Biosfera Isla Guadalupe o el Parque Nacional Archipiélago de Revillagigedo), y tener un accidente en lancha haciendo trabajo de monitoreo de vida silvestre. No tener acceso a comunicación eficiente ni atención médica inmediata y estar a 18-24 horas de navegación por mar. Una fractura de pierna puede ser mortal. Además, una familia que mantener y con un salario básico.
Estos retos son también a nivel global. Según el recién publicado Informe Global sobre el Estado de las y los Guardaparques:
● Menos del 40 % de guardaparques cuenta con seguro de vida.
● El 65 % de empleadores de guardaparques considera que el número de guardaparques en sus sitios de trabajo es insuficiente.
● El 40 % de guardaparques afirma que su salario es insuficiente para cubrir sus necesidades básicas y carece de las herramientas de comunicación adecuadas para realizar su trabajo.
● Menos del 60 % guardaparques cuenta con capacitación adecuada en salud y seguridad.
Y entonces ¿por qué ser guardaparque? un estudio de WWF, reveló que en Latinoamérica el 98% del personal guardaparque se siente orgulloso de hacer su trabajo como guardianes de las diversas formas de vida que hay en el planeta a pesar de que el 82% considera que su trabajo es peligroso.
¿Qué se puede hacer?
En octubre del año pasado más de 400 guardaparques de 88 países se reunieron en el 10º Congreso Mundial de Guardaparques de la FIG y lanzaron la Declaración de Hyères de Guardaparques, en el que hacen un llamado a:
1) Ser reconocidos como trabajadores de la salud planetaria que abordan los problemas convergentes del cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la propagación de enfermedades zoonóticas. Exigen ser también ser reconocidos formalmente por la OIT, pues solo así, los países se obligan a implementar regulaciones similares a las de otras profesiones de primera línea como personal de atención médica, servicio de bomberos y policías.
2) Ser incluidos en los marcos legislativos en sus países para mejorar sus condiciones laborales. Establecer normas para garantizar salarios justos y entornos de trabajo seguros para poder hacer su trabajo y por tanto mejorar el impacto positivo de su trabajo.
3) Valorar la diversidad en equipos de guardaparques. Actualmente, sólo entre el 3 y 11% son mujeres y hay un enorme potencial de involucrar a personas de pueblos indígenas y/o de comunidades que viven en o cerca de las áreas protegidas. Se necesitan más guardaparques, de diversos orígenes y empleadores (puede ser su rol dentro de la comunidad), que cuenten con una variedad de habilidades.
4) Reconocer sus contribuciones a la conservación de la biodiversidad global, pero también a la economía, a los objetivos climáticos y de salud. Muchas veces son las primeras personas que intervienen ante desastres naturales y accidentes de visitantes.
5) Seguir las recomendaciones del Informe Global del Estado de las y los Guardaparques.
¿Y en México?
En el País, se pueden realizar acciones específicas para mejorar su situación:
1) Promover la creación de asociaciones y organizaciones de guardaparques . Estas figuras han demostrado ser clave en impulsar cambios en las legislaciones. Cada vez más se escucha que colaboran con sus empleadores y congresistas para habilitar marcos legales que visibilicen el trabajo del personal guardaparque y sus necesidades particulares. Países como Argentina, Perú y Colombia con sus recientes leyes de guardaparques han sido un ejemplo para otros países de la región.
En México hay cada vez más áreas protegidas, pero no están respaldadas por recursos humanos ni financieros. Hace falta incluir a quienes se desempeñan como guardaparques en la legislación y resignificar su labor como cuidadores de salud planetaria (Edna Díaz, exdiputada).
2) Mejorar las condiciones laborales y de seguridad en los sitios de trabajo, incluyendo protocolos y seguros con pólizas diseñadas para guardaparques. Esto incluye equipar y capacitar al personal según las necesidades en el territorio que operan (ej. manejo de fuego, inundaciones, capacitaciones recurrentes en primeros auxilios, manejo de equipos, cooperación eficiente con otras autoridades, uso de tecnología de vigilancia remota y protocolos de seguridad ante encuentros con el crimen).
3) Dignificar su trabajo. Algunos ejemplos de Latinoamérica sugieren que el abrir carreras técnicas o especializaciones en la formación guardaparque ha incentivado un mayor número de mujeres y juventudes a incorporarse.
4) Facilitar espacios de diálogo entre guardaparques y sus empleadores. Chile y Argentina son ejemplos en donde altos funcionarios se reúnen con representantes de colectivos de guardaparques para escuchar sus visiones y necesidades desde el territorio para lograr mejores resultados tanto para la conservación como para el personal.
5) Incluir, como requisito, un componente de fortalecimiento humano desde las agencias y organizaciones que financian actividades de conservación.
6) Utilizar los materiales y lineamientos de la FIG que aplican a nivel global y son gratuitos.
Alcanzar la meta de proteger el 30% del planeta al 2030, sólo será posible tomando en cuenta estas recomendaciones y generando las condiciones habilitadoras para que guardaparques de México y el mundo puedan hacer su trabajo de forma profesional, bien remunerada y de forma segura. Urge que esta fuerza laboral invisibilizada que se encarga de la salud del planeta, sea vista y respaldada. Como dice la Federación Latinoamericana de Guardaparques “sin guardaparques, no hay conservación”.
*Mónica Álvarez Malvido es la Oficial de Desarrollo de la Federación Internacional de Guardaparques, donde lidera diversas iniciativas, como el reciente Informe sobre el Estado Global de las y los Guardaparques. Cuenta con 15 años de experiencia laboral en conservación de la naturaleza a nivel nacional e internacional en el sector público y privado. Anteriormente, trabajó en la Comisión Nacional de Áreas Protegidas de México y se encargó de la coordinación de RedParques. Es licenciada en Relaciones Internacionales por la Universidad Iberoamericana y tiene una Maestría en Gestión Ambiental por la Universidad de Queensland. Es punto focal de la Comisión Mundial de Áreas Protegidas (UICN) en México y forma parte del Patronato de Alternare A.C.
Con el apoyo de National Geographic Society, en 2024 co-lideró la realización y la coordinación del 2º Encuentro de la Federación Latinoamericana de Guardaparques en Cusco, Perú, que reunió a casi 50 guardaparques de 10 países para elaborar una hoja de ruta con acciones puntuales mejorar las condiciones laborales y capacidades del colectivo de guardaparques de la región.