El Circo Volador cumple 25 años y los festeja con exposición de fotografía  
Este miércoles, el recinto de Calzada de la Viga inaugura la muestra 'Sonoridades Visuales', a través de la cual hace un recorrido gráfico por algunos de sus conciertos más emblemáticos.
- Redacción AN / HG
 

El Circo Volador cumple 25 años de vida. Durante un cuarto de siglo, el espacio ubicado en Calzada de la Viga, se ha erigido como uno de los foros para conciertos y promoción cultural emblemáticos de la Ciudad de México.
En el marco de sus conmemoraciones, el recinto dirigido por el sociólogo Héctor Castillo Berthier, inaugura este miércoles 18 de diciembre a las 19:00 horas, la muestra ‘Sonoridades Visuales‘, que recoge imágenes de los fotógrafos Toni François, David Barajas, Salvador Bonilla Lobato, Raquel Coss Reyna, Adriana Vera, Juan Carlos, Mendoza Rodríguez, Enrique Álvarez Silva, Pablo A. Tonatiuh Álvarez Reyes y Genaro Delgado, de algunos de las más históricos conciertos que ha recibido durante este periodo.
Bajo la curaduría de Nelly R. Tobón, el montaje exhibido al aire libre, deja ver placas de artistas como P. J. Harvey, The Sisters of Mercy, Control Machete y La bande-son imaginaire.
A continuación y con autorización del Circo Volador, reproducimos el texto que el escritor mexicano Carlos Velázquez hizo para la muestra.
Ráscale, mi Yeison
Por Carlos Velázquez
Según el urbanismo, las áreas verdes representan los pulmones de una ciudad. Pero para los amantes de la música, los verdaderos respiraderos son las salas de conciertos. Sobre sus hombros descansa la nostalgia de los días felices, los días con música, esos que están cristalizados en nuestra memoria, pero que también están destinados a repetirse. Animales mitológicos que te hacen estremecer de recuerdos cada vez que alguien los menciona o los observas desde la calle. Y en la Ciudad de México, la urbe del movimiento rockero perpetuo, pocos recintos son tan estimulantes como el Circo Volador, un organismo endémico que ha contado su historia de manera independiente, ajeno a los caprichos del mercado. Así como el Sunset Strip no sería lo mismo sin el Rainbow o el Whisky, la calzada de la Viga estaría incompleta sin el Circo Volador. No sólo forma parte del paisaje, también ocupa un lugar insobornable en la fachada sonora de la ciudad y en la de todos aquellos que en su interior hemos sido arañados por el tinitus.
En veinticinco años han desfilado por su interior infinidad de bandas y solistas, de los cuales estas fotos representan apenas una muestra, breve pero significativa. Este registro pone de manifiesto lo que los entusiastas de los conciertos sabemos: que pocas cosas se pueden comparar a la experiencia de apreciar la música en vivo, de dejarse abrazar por la pared sonora. Detrás de estas imágenes se agazapan miles de historias que nos contamos subrepticiamente, que conviven con nosotros de manera cotidiana y que es imposible extirparnos. Muestras de ADN que cada uno evocará a su manera o que vendrán a su mente al pasar los ojos por estas fotografías, rebanadas de felicidad sónica. ¿Qué dota a un venue de personalidad? Sin duda, su capacidad para generar una complicidad entre el público y el recinto. Ante lo frío e impersonal de las salas comerciales, la calidez del Circo Volador se antoja insustituible. Es el triunfo de la música sobre la pose.
Después de esta celebración, esperemos con los oídos hambrientos por otros veinticinco años del Circo Volador. Porque, lo sabemos, sin él la Ciudad de México no sería la misma. Le faltaría uno de sus pulmones sonoros más imponentes.

 
 




