Crónicas de Exploración | Coexistiendo con el jaguar: una apuesta por la vida y las comunidades 
La relación entre los jaguares y el hombre no siempre ha sido armoniosa. De manera similar ocurre con los tigres en Asia, los leones y leopardos en África, así como con los jaguares en todo el continente americano.

Por Antonio de la Torre*
Exploradores de National Geographic Hub México
Cuando los jaguares se desplazan a través de selvas, bosques y matorrales, requieren de extensiones grandes, relativamente bien conservadas, y con presencia de sus presas naturales para persistir. Pero cuando los territorios de estos grandes felinos se ven disminuidos como consecuencia de la deforestación y no encuentran a los animales de los cuales se alimentan, como los pecaríes, venados o armadillos, entonces suelen utilizar otras alternativas, como el ganado doméstico.
Evidentemente esto provoca pérdidas económicas a las comunidades rurales y, en consecuencia, esto lleva a represalias, donde los habitantes terminan por matar al jaguar, siendo ésta la principal causa de la reducción de las poblaciones de esta especie en todos los sitios donde habita. A pesar de que esta problemática es urgente de atender para asegurar la conservación de los jaguares, y la de otras muchas especies de carnívoros a nivel mundial, la realidad es que hasta el momento hay muy pocos iniciativas o estudios que hayan puesto a prueba alternativas para mitigar este conflicto.
En los años que tengo estudiando al jaguar he entendido que si no apostamos a trabajar con las comunidades rurales nada tendrá éxito. Bajo esta preocupación fue como surgió hace ocho años el programa Jaguares de la Selva Maya** (www.jaguaresdelaselvamaya.org), proyecto financiado en un inició por National Geographic Society, con la finalidad de brindar una solución a esta amenaza y evaluar la efectividad de un programa enfocado a mitigar los conflictos entre los jaguares y las comunidades rurales en el sureste de México.
Te podría interesar > Crónicas de Exploración | Los hijos del mestizaje: cocodrilos que desafían la extinción
Para su implementación trabajamos con varios ganaderos de la Selva Lacandona que tuvieran un historial reciente de problemas de conflictos con jaguares para diseñar, implementar y evaluar junto con ellos cambios en sus prácticas ganaderas, con la intención de reducir el riesgo de depredación por jaguares e incrementar su producción ganadera. Una parte importante del programa se enfocó en dar capacitaciones a los ganaderos locales y a implementar con ellos la construcción de cercos eléctricos y encierros nocturnos para proteger a sus animales más vulnerables. Esto lo logramos con un diseño experimental y con la participación de las comunidades rurales, con quienes probamos la efectividad de mejorar algunas prácticas ganaderas para evitar la depredación por jaguares y otros carnívoros en la región.
Además de esto, en las comunidades donde trabajamos también implementamos jornadas de sensibilización con el público en general, se realizaron actividades de educación ambiental en las escuelas locales e involucramos a los pobladores de las comunidades activamente en el monitoreo del jaguar a través de la formación de brigadas comunitarias de monitoreo y vigilancia.
Después de darle continuidad a este proyecto por ocho años, los resultados han sido bastante positivos. Encontramos que la tecnificación utilizada para disminuir el riesgo de depredación fue bastante efectiva ya que los casos de depredación se redujeron significativamente en todos los ranchos intervenidos.
Además, demostramos que el costo de la construcción de esta infraestructura se compensa económicamente por la falta de depredación por jaguar. Una de las aportaciones más importantes de este estudio es que demostramos que la aplicación de nuevas prácticas de manejo ayudó a disminuir la depredación y a su vez tuvieron un efecto positivo en la productividad en los hatos ganaderos. Finalmente, documentamos la presencia de jaguares en los predios intervenidos, lo cual demostró que la falta de depredación no se debió a la ausencia de los jaguares.
También hallamos que el conflicto entre las comunidades locales y los grandes carnívoros se pueden mitigar a través de la capacitación de las personas afectadas por este conflicto aplicando prácticas ganaderas efectivas para reducir de riesgo de depredación hacia los animales domésticos. Este enfoque reveló que tanto los afectados de las comunidades locales del sureste de Chiapas como los jaguares son beneficiados, y por lo tanto, este enfoque podría aplicarse a otros paisajes similares del sureste de México y Mesoamérica.
Te podría interesar > Crónicas de Exploración | Un Salto Lejos de la Extinción: el caso de la rana de patas rojas en el noroeste de México
Finalmente, para evaluar si estas acciones promovieron un cambio en la percepción de las personas hacia el jaguar, lo que hicimos fue entrevistar a los ganaderos antes y después de nuestro trabajo en las comunidades. Lo que encontramos es que actualmente los ganaderos tienen una menor inclinación a solucionar sus conflictos con el jaguar por medio de la cacería directa y buscan otro tipo de alternativas para solucionar este problema.
Esto implica que la tolerancia hacia la especie en las comunidades donde estamos trabajando se ha incrementado, lo que nos sugiere que la coexistencia entre los jaguares y las personas está mejorando. Prueba de esto es el acuerdo que logramos firmar con 12 ejidos que se encuentran dentro de la zona de influencia de la Reserva de la Biosfera Montes Azules a finales del 2023, en donde las comunidades se comprometieron a proteger al jaguar y a buscar alternativas en conjunto el programa para mitigar los conflictos con los jaguares.
A partir de esta experiencia, creemos que es fundamental mejorar las estrategias que buscan la convivencia entre especies propensas a tener conflictos con poblaciones humanas, como los jaguares. Para lograrlo proponemos cuatro acciones clave:
1) Promover acuerdos comunitarios que fomenten la armonía entre las comunidades locales y la vida silvestre.
2) Construir relaciones sólidas con las comunidades, considerando siempre su bienestar económico y sus medios de vida. Sabemos que este aspecto es crucial para que cualquier intervención funcione.
3) Mantener una comunicación abierta y constante, a través de evaluaciones socioambientales y el diálogo directo con quienes habitan los territorios.
4) Desde nuestra experiencia, los proyectos de coexistencia deben buscar siempre soluciones que beneficien tanto a las especies que queremos conservar como a las personas que comparten espacio con ellas.
La relación entre los jaguares y el hombre no siempre ha sido armoniosa. De manera similar ocurre con los tigres en Asia, los leones y leopardos en África, así como con los jaguares en todo el continente americano. Ahora el gran reto es replicar este tipo de esquemas a otras regiones y zonas de influencia de las Áreas Protegidas que aún mantienen extensiones de bosque considerable para asegurar a largo plazo la conservación de una de las especies más emblemáticas del continente americano.
Urge trabajar con una mirada integral hacia el futuro y proteger al guardian de nuestras selvas.
***
* Antonio de la Torre es biólogo y conservacionista desde hace 20 años y comenzó a estudiar al jaguar en el año 2005. Actualmente es investigador posdoctoral en la Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Lerma, director del “Programa Jaguares de la Selva Maya” y trabaja en otros proyectos de conservación en Latinoamérica y Asia. Cuenta con más de 50 publicaciones científicas sobre ecología y conservación. En el año 2019 recibió el Reconocimiento para la Conservación de la Naturaleza que otorga la CONANP y además es National Geographic Explorer (2018).
** Jaguares de la Selva Maya es un programa impulsado por Bioconciencia A.C. y Natura y Ecosistemas Mexicanos A.C. desde 2017, con el objetivo de conservar al jaguar y su hábitat en la región de la Selva Maya. A través del trabajo directo con comunidades locales, esta iniciativa busca entender mejor la ecología del jaguar para implementar acciones de conservación a largo plazo. El programa protege hábitats clave mientras promueve medios de vida sostenibles, fomentando la coexistencia entre las personas y esta especie emblemática. Con un enfoque integral y multidisciplinario, busca armonizar la conservación con las actividades productivas de la región.